18 octubre 2011

Otra forma de hacer política es posible


Latinoamérica, ¿unida? 

por Eduardo Anguita

Los indignados no sólo están en las calles y las plazas de los países centrales. Esos, los que ayer salieron al unísono para protestar contra el capitalismo salvaje, salen a defenderse del atropello de los ajustes pero también para reivindicar que otra forma de hacer política es posible. En un sentido inverso, en el Sur también hay indignados, pero con la integración latinoamericana. Esta semana, el ex presidente frenteamplista uruguayo Tabaré Vázquez se autoincriminó en sus vínculos con George Bush. En esa charla informal con estudiantes de un colegio privado habló de supuestos planes bélicos contra la Argentina en torno del conflicto por Bosnia y el Tratado del Río Uruguay. No faltaron quienes lo tomaron como una suerte de traición o de doble discurso por parte de Vázquez, el político mejor posicionado ante la opinión pública uruguaya para cuando termine el mandato de José Mugica. Cabe recordar que, pese a la diferencia por las pasteras, durante la Cumbre de las Américas llevada a cabo en Mar del Plata en noviembre de 2005, Vázquez tuvo una postura enérgica contra el Alca, que tuvo como broche la negativa de Néstor Kirchner a integrar el Mercosur a la política neoliberal del entonces presidente norteamericano George Bush. Pero la diplomacia norteamericana no se conformó con el portazo recibido en esa oportunidad y, un año y medio después, puso de manifiesto cómo Tabaré Vázquez era un interlocutor asociado al gobierno de Bush. El 10 de marzo de 2007, Vázquez recibió a Bush en la estancia Anchorena, en Colonia, a orillas del Río de la Plata. Para graficar su agradecimiento por la supuesta ayuda norteamericana a su país durante la crisis de 2002, Vázquez le dijo al responsable de las invasiones a Irak y Afganistán: “Fue usted quien tendió la mano para ayudar a salir a Uruguay de ese pozo en el que se encontraba”. Los memoriosos recordaban cuando Vázquez, siendo intendente de Montevideo había recibido con orgullo a George Bush padre y le confió las llaves de la ciudad. Las palabras del entonces presidente uruguayo eran un contrapunto con otra visión sobre el destino suramericano. El día anterior, del otro lado del Plata, en el estadio de Ferro, Hugo Chávez cerraba el acto ante una concurrencia masiva para repudiar a Bush. El encuentro era impulsado por el mismo Néstor Kirchner. Por supuesto, Clarín y La Nación se ocuparon de decir que con el desacuerdo de muchos ministros y mencionaban, por supuesto, al entonces jefe de Gabinete, Alberto Fernández. Cabe recordar que Bush, tras su breve escala uruguaya, seguía viaje a Colombia, para ver a su buen aliado Álvaro Uribe, custodio de las bases norteamericanas en ese país.
La tensión entre Argentina y Uruguay no cedía. Nueve meses después asumía Cristina Fernández de Kirchner al frente de la Casa Rosada y, entre los invitados, estuvo Tabaré Vázquez, a quien Cristina le dedicó algunos párrafos distendidos, básicamente, para que el conflicto por Botnia se tramitara en La Haya y no repercutiera en los vínculos entre ambos países. No obstante, Vázquez no hizo esfuerzos en esa dirección. Recién se reencausó la relación con el recambio presidencial en Uruguay. Y con José Pepe Mugica el vínculo entre ambos países funciona mejor que nunca.
¿Alguien puede pensar que la infidencia en un marco informal sobre aprestos bélicos con respaldo de Bush fue apenas un error? Desde ya, no vale la pena magnificar el sincericidio de Vázquez. Lo que no puede dejar de observarse es que la unión suramericana requiere esfuerzos conjuntos. El Departamento de Estado norteamericano no descansa. Son los voceros de una política imperial que va más allá de las conveniencias de tal o cual gobernante. Con los republicanos a veces son más directos. Sin embargo, los demócratas son tan buenos iniciadores de invasiones como sus adversarios. Y Barack Obama, premio Nobel de la Paz mediante, no sólo no desactivó las ocupaciones de Irak y Afganistán, sino que hoy dobla la apuesta pidiendo sanciones contra Irán por un supuesto atentado más que dudoso y desaira a los palestinos por sus compromisos con la política belicista de Israel.

Fuente: Miradas al Sur - 16/10/2011


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