23 enero 2013

Su visión del futuro es el pasado (el peor pasado)

Elisa@lilitacarrio

Todo el pueblo no está preparado para el sufragio, debería haber cursos y así los más aptos podrían elegir y no caer en populismos.
 
 
22 de enero de 2013
UNA CURIOSA FORMA DE VER LA DEMOCRACIA
Por Carlos Malbrán *
- Entonces ¿Cuál es la clave?, preguntó Alicia.
- La clave querida Alicia, es saber quién escribe la historia.
Lewis Carroll: “Alicia en el País de las Maravillas”
La palabra democracia, (gobierno del pueblo), nos vino de los atenienses, y si bien es cierto que allí las decisiones importantes eran tomadas por una asamblea de ciudadanos, y no por un rey o emperador como en la mayor parte de los pueblos de la antigüedad, debe tenerse en cuenta que ciudadano en Atenas, era un hombre, y no eran considerados tales, las mujeres, los extranjeros, ni los esclavos. Si tenemos en cuenta que la mayor parte de su población eran esclavos, no nos cuesta trabajo admitir que era una sociedad tremendamente antidemocrática.
Los sistemas económicos cambian y mucho tiempo después el esclavismo debía ser abolido, no por razones humanitarias, sino porque el naciente capitalismo basaba su desarrollo en la existencia de consumidores y un esclavo carece de salario. La esclavitud era un obstáculo.
Recién entonces comienzan a desarrollarse las democracias moderna, claro que durante mucho tiempo el sufragio universal, era sufragio, por no tan universal que digamos, porque se trataba que las aristocracias primero y las oligarquías después, continuaran en el ejercicio del poder.
En algunos casos se trató de repúblicas censitarias, esto quiere decir que sólo podía elegir o ser electos, cierto número de ciudadanos incluidos en un censo restringido.
En la Argentina no hizo falta ese engendro jurídico, porque después del genocidio capitaneado por Roca, el gran general de nuestra oligarquía, y repartidas las tierras de nuestros pueblos originarios, el fraude fue la norma durante mucho tiempo.
Por supuesto sí hubo quienes quisieron imponer el voto restringido.
En la Constituyente de 1826, los acólitos de Rivadavia propusieron una novedosa ley que establecía que tendrían derecho al voto todos los hombres libres nativos del país o avecindados en él, mayores de 20 años, pero sólo podrían ser elegidos para los cargos públicos los ciudadanos mayores de 25 “que poseyeran alguna propiedad inmueble o industrial”, e impedía el voto de los domésticos, soldados, peones, empleados y jornaleros, en una palabra: “la chusma”. Al respecto diría Manuel Dorrego, en los debates de esta ley:
... y si se excluye, (del voto), a los jornaleros, domésticos y empleados también ¿Entonces quién queda?” Queda cifrada en un corto número de comerciantes y capitalistas la suerte del país. He aquí la aristocracia del dinero, hablemos claro, el que formaría la elección sería el Banco, porque apenas hay comerciantes que no tengan giro en el Banco, y entonces el Banco sería el que ganaría las elecciones…”.
¡Cuánta razón tenía don Manuel Dorrego!
* Corresponsal de Cristina, Buenos Aires - México
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